28/11/2014

Miguel Ángel Ortiz: “La Iglesia no debe poner parches, sino hablar de la belleza de la fe”

El Aula Jardí de la UIC acogió ayer un café tertulia organizado por el Instituto de Estudios Superiores de la Familia (IESF) y el Vicerrectorado de Comunidad Universitaria sobre los retos de la familia después del reciente sínodo de obispos celebrado en Roma.

Ante un auditorio de más de cien personas, Miguel Ángel Ortiz, profesor de Derecho Matrimonial de la Pontificia Università de la Santa Croce, empezó explicando en qué consiste un sínodo y cuáles son las diferencias con un concilio. “El sínodo es un órgano consultivo, no vinculante –aclaró–; por eso, el Papa tiene la última palabra, aunque escuche los distintos pareceres”.

Con estas ideas iniciales, el profesor Ortiz fue encuadrando el sínodo extraordinario sobre la familia –preparación del ordinario, que tendrá lugar el próximo otoño–, celebrado en Roma el pasado mes de octubre, que reunió a más de doscientos obispos de todo el mundo y constituyó un primer acercamiento a las cuestiones que aquejan a la familia, incluidos temas de solidaridad intergeneracional y sostenibilidad demográfica.

Ortiz recordó los antecedentes de las cuestiones que más han trascendido a la opinión pública, como la declaraciones del Papa en julio del 2013 en Rio de Janeiro sobre la cuestión de los divorciados y vueltos a casar, y su afirmación durante el viaje a Tierra Santa, en mayo del 2014, respecto a la necesidad de que el sínodo se centrara en la familia con sus luces y sus sombras, no sólo en sus problemas.

Durante el sínodo –siguió explicando el profesor de la Santa Croce– salieron muchos temas y: “a la opinión pública llegó a la falsa conclusión de que los obispos estaban divididos entre misericordiosos y legalistas. La realidad es que hubo mayoría de dos tercios en todas las cuestiones menos en tres puntos que se aprobaron por mayoría simple”. Tal como explicó al principio, siguiendo el propio sistema de los sínodos, Ortiz dijo que: “el Papa en su discurso final habló de dos peligros en los que no debemos caer: ser rígidos sin dejar que Dios nos sorprenda y, por el contrario, el buenismo ingenuo de los que para acercarse a los fieles transigen con cualquier postura sea la que sea”.

Terminada su exposición, el tertuliante fue preguntado sobre el caso concreto de la pastoral con los divorciados y las cuestiones polémicas que han surgido. Ortiz recordó que: “la misión de la Iglesia no es poner parches, sino hablar de la belleza de la fe”. Concretamente, señaló: “¿Qué piden los divorciados? No exactamente, o solamente, recibir sacramentos, sino que se les entienda, ayude y vean la voluntad de Dios para ellos”.