09/06/2021

Mercedes Fernández: “Los países ricos no hacen ciencia, es la ciencia la que enriquece a los países”

Mercedes Fernández es profesora del Grado en Ciencias Biomédicas e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, dónde trabaja para identificar las causas y los impulsores de las enfermedades crónicas del hígado, incluidas la cirrosis hepática y el cáncer de hígado.  Tras más de treinta años investigando sobre estas enfermedades, Mercedes nos adentra en los problemas relacionados con la obesidad y detalla la labor que realizan desde su equipo de investigación. 
 

¿Por qué te especializaste en el ámbito de las enfermedades hepáticas?

Desde siempre he tenido una enorme curiosidad por saber cómo funciona nuestro organismo y cómo deja de funcionar cuando enfermamos. Mi interés por las enfermedades hepáticas comenzó ya en 1990, al acabar la carrera de Biología. Llevo más de treinta años investigando sobre ellas porque son un grave problema que causa más de dos millones de muertes anuales en todo el mundo y para las cuales no existe todavía una cura efectiva. Entender mejor cómo funcionan es esencial para poder prevenirlas y curarlas.

Eres jefa del grupo Control traduccional en enfermedades hepáticas y cáncer del IDIBAPS, ¿qué supone para ti ser, durante casi dos décadas, jefa de un grupo de estas características?

Supone una gran satisfacción personal, ya que es un trabajo increíble que me apasiona, y también una gran responsabilidad, porque nuestro compromiso es conocer mejor los mecanismos de las enfermedades para vencerlas y superarlas. 

¿Qué retos se presentan en el día a día a la hora de liderar un grupo como el tuyo?

A diario nos enfrentamos a nuevos retos y problemas que hay que resolver. Para ello, es necesario plantear una estrategia de abordaje que sea eficaz y permita dar respuestas plausibles a interrogantes concretos. Al descifrarlos, descubrimos algo nuevo que nos hace plantearnos nuevas preguntas. Todo ello nos permite generar avances científicos destinados a mejorar la salud.

¿Qué contribuciones ha realizado tu grupo de investigación en el ámbito de las enfermedades hepáticas?

Desde hace más de una década, hemos concentrado esfuerzos en un aspecto hasta ahora poco explorado pero esencial para el desarrollo de las enfermedades hepáticas, que es la regulación de la expresión génica a nivel de traducción, es decir en la síntesis de proteínas. Hemos descubierto que las alteraciones en este proceso hacen que la enfermedad hepática empeore ya que favorecen la fibrosis, la inflamación, la angiogénesis y la formación de tumores. Estos avances científicos nos están permitiendo comprender mejor las enfermedades del hígado e identificar nuevas dianas terapéuticas sobre las cuales actuar. 

¿Puedes hablarnos de algún proyecto que estéis llevando a cabo actualmente? 

Un proyecto fascinante y ambicioso en el cual estamos trabajando actualmente tiene como objetivo descubrir por qué la obesidad, que es una auténtica epidemia y uno de los problemas de salud más importantes a nivel mundial, favorece el desarrollo de enfermedad hepática y cáncer. 

Como muestran tus investigaciones, la obesidad y su estrecha relación con las enfermedades hepáticas conllevan riesgos para la salud. ¿Es posible que en un futuro vivamos en un mundo sin apenas obesidad? ¿O quizás es más factible reducir los daños que produce la obesidad en nuestro sistema inmunitario?

La obesidad es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Su prevalencia está aumentando a un ritmo alarmante y afecta tanto a adultos como a niños y jóvenes. Las personas con obesidad tienen una mayor probabilidad de sufrir problemas de salud, incluyendo diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades hepáticas, entre muchas otras. Por ejemplo, el cáncer de hígado es uno de los cánceres más letales y prevalentes en todo el mundo y su incidencia está aumentando drásticamente debido a la obesidad. El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades asociadas son en gran medida prevenibles, pero para ello es necesario sensibilizar a la sociedad y obtener un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas, para promover buenos hábitos de salud. En paralelo con esta estrategia preventiva, es importante destinar recursos y esfuerzos para investigar cuáles son los mecanismos por los cuales la obesidad afecta a la salud de las personas. Ese conocimiento nos permitirá diseñar mejores tratamientos. 

Asimismo, también eres profesora en el Grado en Ciencias Biomédicas de UIC Barcelona, ¿qué pueden aprender los jóvenes que se quieran especializar en este ámbito?

Aprenderán cómo funcionan las células y los órganos del cuerpo humano, y por qué dejan de funcionar cuando hay una enfermedad. Aprenderán las técnicas y conceptos usados en investigación biomédica para conocer los mecanismos que hay detrás de las enfermedades, y cómo estos descubrimientos pueden traducirse en mejores tratamientos que beneficien a la salud de los pacientes. Aprenderán a evaluar de una forma crítica y rigurosa su propio trabajo científico y el de otros, y a comunicarlo de una forma efectiva tanto a la comunidad científica (lenguaje técnico) como a la sociedad (lenguaje divulgativo). Son estudios muy relevantes e intelectualmente muy estimulantes.

¿Qué valores les puede aportar a los estudiantes?

En UIC Barcelona los estudiantes tienen la oportunidad de especializarse en investigación biomédica, bioinformática o empresa biomédica, lo cual proporciona muchas salidas profesionales. Los científicos biomédicos están a la vanguardia de todo: pueden desde hacer crecer embriones para fecundación in vitro, hasta imprimir un corazón en 3D, o encontrar una nueva medicina para combatir el cáncer. ¡Es un trabajo apasionante que puede marcar una diferencia real en el mundo!

¿Temes que la investigación para encontrar la cura de la COVID-19 acapare totalmente el centro de atención y opaque al resto de investigaciones biomédicas como la tuya? ¿Por qué?

Prefiero pensar que la crisis sanitaria actual causada por la COVID-19 ha permitido poner en valor a los investigadores, acercar el conocimiento científico a la sociedad, resaltar la importancia y trascendencia de la ciencia y la necesidad imperiosa de aumentar la inversión en ella por el bienestar humano. 
 

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